
lunes, 2 de enero de 2012
Naci para ser feliz, no para ser perfecta
Sonreír cuando te habla como si fuera lo más gracioso del mundo y decirle con esa vocecita que es tonto. Creer que su olor tiene que formar parte de cualquier molécula de oxígeno que inspires, que sus pupilas y su iris van a acabar por trastornarte, porque esos ojos negros que me vuelven loca son encantadores. Tararear esa canción porque así te acuerdas de él en todo momento. Que cuando hables con él sonrías como una gilipollas a la pantalla del ordenador. Gritarle al mundo lo genial que es, y que nadie te diga lo contrario. Eso, eso exactamente, es empezar a amar a alguien

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