Soy cabezota a más no poder. Cuando se me encapricha algo es difícil de quitarme de ello. Soy una adicta al chocolate, y a ella. Altibajos tal vez. Pero siempre sé que puedo confiar en ella. Porque en el fondo somos como los m&m's, que el chocolate sin cacahuete es un lacasito, y el cacahuete sin chocolate, es un cacahuete, pero junto forma un m&m's, únicos y complementarios. Hay veces que no hablamos, pero es porque con las palabras, con los gestos.... en sí, nos entendemos. Entendemos el silencio de una y la mirada de cómplice de otra.
Porque aún recuerdo cuando era una niña callada, que asentía, y que ella se enfadaba conmigo por ello. Porque en el fondo, ella desde el principio creyó en mi. Ella me miraba con el ceño fruncido cuando me arrastraba, y me ayudaba a levantarme. Ella me ayudó a levantarme, poco a poco. A aprender a confiar. Porque en el fondo, ella es mi amiga, ella es la mano que me ayuda a cruzar todo, y si me caigo, ella está ahí para darme fuerzas. Ella me maquilla por las calles, y me hace andar con aires de gato, porque a ella, le gusta sentirse orgullosa de mí. En el fondo, dicen que la amistad viene y va, y si eso es así, lo nuestro no es amistad.
Un amigo viene y va, pero ella siempre está ahí, cambiamos, nos amoldamos, sonreímos y avanzamos la una con la otra de la mano. Hay complicidad en nuestros gestos... y es que si un amigo viene y va...
Ella es mi hermana.
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