Hay momentos de la vida que dejas de pensar. Dejas de cuestionarte las cosas. ¿Filosofía? ¿Psicologí? Tonterías. ¿Sentimientos? Algo que acompaña al presente. No necesitas ir más rápido, tan sólo más viento, tan sólo sentir esa adredalina, sentir que todo y nada tiene sentido, que la realidad se asemeja a ese sueño del que no quieres despertarte. Que nada malo tiene importancia. Que un beso no sabe a uva, pan y queso. Que sabe a más. Que despierta más. No te conformas con un pájaro. Quieres los cien que vuelan por el cielo. Pero no sueltas a ese que tienes en la mano. No quieres ni armas ni paz. No quieres ni pararte ni correr. Quieres hacer lo que te salga, sin pensar, sin limitaciones. Tomar una calada entre beso y beso, y sonreír. Saltar sin plantearte nada más allá de si mide 10 o 20 metros. Saltar sin cerrar los ojos. Sentir la adredalina.
Hay muchos momentos que no están para pensar.
Dejemos eso de pensar a los filósfosos.
Y simplemente vivamos la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario