Pero hay que tener claro varias cosas, puede que nuestros veranos sean como una especie de cuento, pero no somos princesas, ni hay príncipes, ni hadas madrinas... Nosotras no tenemos fiestas en palacios ni bailes de mascaras, el único baile que ideamos las tres casi nunca nos sale coordinado, pero va muy bien cuando llevas dos copas de más y tienes ganas de fiesta, no bailamos en grandes salones, bailamos sobre las barras de los bares y no llevamos preciosos y aparatosos vestidos largos, muchas veces incluso nos quedamos en sujetador... No nos hacen falta orquestas, operas o zarzuelas, tenemos los conciertos ruidosos de nuestros primos pequeños o los cánticos desafinados del cura de la iglesia más cercana todos los domingos, nos gusta encerrarnos en la habitación, poner el Ipod a todo volumen y bailar sobre la cama de matrimonio hasta deshacerla, aunque lo que es bailar, bailamos hasta en Mc.Donal's!! Y si, las margaritas nos encantan, pero no os equivoquéis no hablamos de las florecillas que recoge Blancanieves, hablamos de esos cocteles que nos hacen apoderarnos del karaoke y cantar toda la noche hasta llegar a la mañana siguiente y quedarnos sin voz, como la tonta de la sirenita, y es que nosotras somos más de chupitos de tequila, coronitas y mojitos a las seis de la tarde... nada de limonadas cursis y es normal que luego nos asustemos de algunas fotos que encontramos y no sabiamos de su existencia. Los cuentos cuentan que las princesas son educadas, calladitas y buenas chicas, pero aquí a los taxistas en vez de darles las gracias o dejarles algo de propina les decimos en inglés que algún día tendremos sexo con ellos, a la canadiense le enseñamos a decir perfectamente "cállate puta" en vez de corregir su lenguaje, y aprendimos muchísimas palabras un tanto ordinarias en un montón de idiomas extranjeros, ¿Que clase de princesa eructa y luego dice bocio, en lugar de lo siento? ¿Que clase de princesa compite para ver quien escupe más lejos? Sé que a partir de éste verano no mirare de igual modo a la gente que coma un farton por vuestra culpa. Una cosa si que es verdad, las princesas no son muy normales y nosotras tampoco. Mulán se hace pasar por un hombre para luchar en el ejercito, aquí las únicas peleas que tenemos son cuando vemos un coche amarillo y acabamos llenas de moratones en los brazos, también caen envenenadas, nosotras mejor dicho caemos de los tacones, y si perdemos alguno no es por prisa como la Cenicienta, es por culpa de la espuma y desgraciadamente nos toca buscarlo luego a nosotras no hay ningún príncipe elegante dispuesto a rastrear nuestro olor de pies. Porque si empezamos a hablar del tema de los príncipes... aquí ni azules, ni verdes, ni rojos, a nosotras no nos persiguen lobos sexys con ganas de comerte entera como a caperucita, o te recogen morenazos en alfombras mágicas como a Yasmine, da gracias si dos tios feos te siguen por la playa y por culpa de tu miopía creas que son dos bombones, aquí tienen el culo gordo y visten mal, aunque algunos si que te sueltan un piropo estilo: ¿Os habéis hecho daño? Porque parece que os hayáis caído del cielo, y entonces te dan ganas de volver a meterles en el cuento. Aquí si buscas, no hay bestias que te inviten a cenar a su palacio con tacitas y teteras que hablen, aquí hay bestias sin más, que gritan Laura, Laurita enséñanos las tetas!! En esos momentos a pesar de la vergüenza me alegro de ser tan creativa y nunca decir mi nombre verdadero. Porque aquí no son príncipes los que te matan a PINGS por la Blackberry en busca de saber que haces por la noche, sino tu querido primo que esta aburrido. Aquí no hay ninguno que aparezca cabalgando en su caballo para rescatarte, confórmate con el policía guarro que siempre te sigue en bici. Pero bueno.. hay algo que nunca tendrán en los cuentos, italianos sexys dispuestos a contarte mil mentiras para que te enamores de ellos, o chicos guapísimos y muy interesantes que te quieran comprar una espada láser en lugar de una rosa, sin olvidar a esos guaperas que te besan la mano y luego te comen la boca. Eso sería demasiado atrevido para contarse en un cuento. Y sí, después de todas esas noches, nuestras siestas son interminables, casi tanto como las de la bella durmiente, solo que no nos despiertan besos, las causas suelen ser más importantes, alguna de las tres se ha quedado con toda la manta, o nos llega el olor de la comida, porque nosotras, al contrario de las princesas, no tenemos esas cinturitas ni comemos manzanas y comidas sanas, ojalá tuviéramos el tipazo de Pocahontas, pero no, nosotras somos más como su mapache... hacemos carreras de galletas!! Y es cierto aunque cada verano crezcamos más y más seguimos siendo unas crías que se divierten con muy poco, no somos aburridas como las princesas, no limpiamos una casa llena de enanos, somos las enanas que ensuciamos la casa, queríamos tener a un cangrejo como Sebastian, pero nos olvidamos de él al subir de la playa y murió, también intentamos ser Rapuncel pero las extensiones se dañan cuando te tiran a la piscina inesperadamente, el caso es... que es muy difícil ser princesa, a las doce en casa, dime tu como te escapas de una torre custodiada por un dragón... pues bien nosotras lo teníamos más fácil, aunque también teníamos un dragón llamado abuelo que muchas veces daba más miedo que un dragón normal. Pero no era ningún obstáculo para nosotras, nos escapábamos y nos bañábamos desnudas en el mar con luna llena, aunque luego la canadiense perdiera la ropa interior o algo por el estilo, y es que los polvos mágicos de campanilla no nos hacían volar, pero nos hacían esquiar en los alpes a las cinco de la mañana sin salir de la habitación, mantener conversaciones sin sentido donde soltábamos palabras sin ninguna relación, cajón, negro, ballena.. cantar santo santo feliz como autenticas retrasadas mentales y ponerles nombres ridículos de ídolos adolescentes a nuestros granos. Pero... ¿Sabéis que os digo? Que me gusta muchísimo que no seamos princesas, pasar nuestra ultima tarde bañándonos mientras llueve y soñando con grandes fiestas en la azotea de Villa Elisa, equivocarnos de autobús e ir secuestradas rumbo Barcelona sin dinero y sin nada, desayunar descalzas e hincharnos a comer crema de cacahuete o tortitas, volver en catamaran a casa después de una noche de fiesta, patinar, patinar y patinar de un lado a otro escuchando gordita, emborracharnos a base de chupitos de vodka rojo en un área de servicio abandonada, hacer autoestop, y escupirnos en la mano para hacer el juramento de que nunca seremos princesas, pero siempre primas



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